Gerardo, en baja
El gobernador Gerardo Morales empieza a sufrir las consecuencias del desgaste de más de 3 años de gobierno. Las mismas se han manifestado no sólo en la caída en las encuestas de la imagen de su gestión y de sí mismo, sino en los cimbronazos internos que experimenta Cambiemos en Jujuy.
Hace alrededor de seis meses, Morales advirtió que el panorama empezaba a complicarse, aunque el ojo estaba puesto sobre la gestión del Gobierno Nacional y sus tropezones, fundamentalmente en el área económica. Todas las mediciones daban cuenta de un Macri que sufría las consecuencias de la crisis económica pero Gerardo conseguía mantenerse al margen.
Todo cambió durante el último tiempo. En primer lugar, el promocionado romance del gobernador con Tulia Snopek se vio envuelto en escándalos de todo tipo, que al día de hoy ocupan espacio en los principales medios nacionales. Además, la realización de una boda en momentos de crisis no luce como lo más conveniente, aunque Morales está absolutamente decidido a llevarla a cabo.
Por otro lado, el Gobierno Provincial se vio envuelto en una polémica que no tiene fin con Eduardo Camusso, dueño de Canal 2, Radio 2 y el sitio web Jujuy al Momento. El origen de la pelea radica en una vieja deuda que el empresario de medios quiere cobrar y que el Gobierno pone en duda. Lo cierto es que la disputa parece no tener fin y no sólo le ha ocasionado a Morales el tener un Multimedios que constantemente lo pone en jaque, sino que además se han generado episodios como las panfleteadas o el corte del servicio en Palpalá, que alejan al Gobierno de la imagen de una “provincia normal” que quiere brindar.
El “factor Tulia” y la “guerra con Camusso” han golpeado a Morales en su imagen. Ya no se trata sólo de atajar los penales de algunos funcionarios que le traen constantes dolores de cabeza, como la ministra de Educación, Isolda Calsina, o el secretario de Asuntos Municipales, Diego Rotela, sino que debe apuntar a oxigenar la gestión en sí, más allá del esbozo del Plan Jujuy Asiste y Reactiva.
En ese contexto de debilidad, las disputas internas suelen incrementarse. Por un lado, está la pelea entre los sectores peronistas que acompañan a Cambiemos, en donde las diferencias ya no tienen retorno. El diputado nacional Alejandro Snopek está enfrentado con el vicegobernador Carlos Haquim y, dentro de un juego zigzagueante, los rumores indican que apunta a quedarse con su puesto. Haquim, sin embargo, sigue estrechando lazos con los intendentes peronistas a los que supo convencerlos de pegar el salto y apunta a que una vez más será el elegido como garante de gobernabilidad. Su férrea defensa de Ricardo Romero es un claro indicador de que está dispuesto a dar esa pelea.
Por otro lado, asoman las diferencias al interior del radicalismo, en donde los intendentes más importantes están temerosos y embroncados acerca de la posibilidad de que tengan que enfrentar un competidor interno que les reste votos. La intención de Morales sería armar un esquema que le permita traccionar votos a su candidatura más allá de la fuerza partidaria a la que representen. Julio Bravo, de San Pedro, ya se quejó públicamente al respecto, mientras que Pablo Palomares, de Palpalá, luce casi resignado a entregar la sucesión al peronista Rubén Rivarola, hijo.
Mucho ruido en las vísperas de diciembre en Jujuy. Uno de esos momentos en los que “todos hablan con todos” y los rumores están a la orden del día. Por ahora, todos los movimientos encierran una certeza: Gerardo Morales ya no parece invencible.