Tormenta y crisis de liderazgo

Los tiempos políticos en la Argentina desde la victoria de Javier Milei parecen ir más rápido de lo común: los conflictos se exacerban, las falencias quedan expuestas casi al instante y la impaciencia está a la orden del día. Jujuy no es la excepción, con un gobernador que asumió hace poco más de un mes, pero sufre un desgaste muy grande, flaqueado por distintos frentes.

En primer lugar está el frente económico, que suele ser el que ordena los otros ámbitos. La provincia está en una situación financiera delicada y siempre dependió económicamente del Gobierno Nacional, que hoy parece haber bajado el mensaje de que cada distrito se arregle como pueda. El brutal salto inflacionario producido tras la devaluación de diciembre, no fue amortiguado a nivel local por Sadir que en las reuniones con los gremios pide paciencia.

Paralelamente, y en medio de una temporada turística muy pobre en relación a las anteriores, un conflicto larguísimo se desató con los colectivos en San Salvador de Jujuy. La escena de caos en las calles ante el paro de la UTA parece haber llegado a su fin, aunque el costo social que ha pagado el Gobierno de Jujuy ha sido muy alto. El Interior de la Provincia sumó sus conflictos por trabajadores despedidos en las municipalidades, entre las que sobresalen Perico, La Quiaca y Humahuaca.

El descontento en la sociedad crece y las inclemencias del clima son combustile para incrementarlo aún más, sobre todo cuando dejan en evidencia la falta de obras en rutas y caminos de toda la provincia. En ese marco, el gobernador Carlos Sadir apela a sus buenos modales y a hablar de números, pero no consigue transmitir la sensación de liderar un gobierno que haga frente a los problemas.

Con un gabinete muy similar al de Morales, la sombra omnipresente de su antecesor y el estratégico bajo perfil adoptado por el intendente capitalino, Raúl Jorge, el gobernador comienza a pagar el costo de una realidad que se deteriora y que no ofrece expectivas de cara al futuro. Quizás, como algunos le aconsejan a su alrededor, sea la oportunidad para que Sadir agarre el timón e intente sacar de la modorra a su gobierno. Otros, más pesimistas, ya hablan de una crisis de liderazgo.