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Gerardo, por ahora sólo Gerardo

Falta un año y medio para las elecciones a gobernador y, al momento, la sensación es que el actual mandatario, Gerardo Morales, se encamina a una reelección fácil. Más aún: en el círculo rojo de la provincia el sentir es que no tendrá ningún escollo fuerte por parte de la Oposición.

 

Si uno abona a este punto cabe hacerse dos preguntas: la primera, ¿cómo construyó semejante hegemonía?; la segunda, ¿qué puede poner en jaque realmente su construcción?


El primer interrogante tiene que con la habilidad política del gobernador, que logró una amplia victoria frente al otrora todopoderoso Fellner, a partir de una boleta que llevó al mismo tiempo a Macri, Massa y Stolbizer. Algo inédito, que le permitió aglutinar apoyos de diversos sectores, tanto peronistas como radicales, desencantados con el fellnerismo y hartos de Milagro Sala.


Pero una vez llegado al poder, Gerardo Morales se dedicó a ampliar su liderazgo desde un principio, polarizando con Sala y aislando a su vice peronista, Carlos Haquim, que por lo bajo siempre alentaba rebeliones. Paralelamente, el peronismo local, que en el poder lograba unirse y repartirse el banquete, se partió en tres – en realidad en más pedazos aún- en la última elección, en la que fueron candidatos Liliana Fellner, Rubén Rivarola y Guillermo Snopek. Por si fuera poco, hace unos meses se lanzó una nueva Liga de Intendentes Peronistas, encabezada por el carmense Adrián Mendieta.

El gobernador sabe, además, que no tiene figuras que le hagan sombra en el Oficialismo. Sus viejos competidores internos, Mario Fiad y Raúl Jorge, arrastran mucho desgaste: el primero luego de haber sido tantas veces candidato, y el segundo después de muchos años de gestión. En el gabinete, claro está, tampoco hay figuras de renombre.


La pregunta acerca de qué puede romper semejante consolidación política de Morales es más difícil, ya que como se dijo todo parece indicar que se encamina a una fácil reelección. En ese sentido, al gobernador sólo pueden preocuparlo dos cosas. En primer lugar, la conflictividad social y sindical: Jujuy es históricamente la provincia con más reclamos luego de Buenos Aires, y si bien el gobernador impuso de entrada una mano dura, el 2018 ha empezado con varios gremios importantes haciéndole frente por primera vez. La segunda preocupación oficial es la marcha del Gobierno a nivel nacional: éste ha perdido muchos puntos de nivel de aprobación en los últimos meses, y Morales es un mandatario plenamente identificado con la marca Cambiemos, y en cierta medida puede estar atado a su suerte.



En resumen, con una Oposición sumamente desgastada y fragmentada, no hay muchos peligros que acechen a Morales. A lo sumo, el gobernador se preocupa por seguir monitoreando la conflictividad social y sindical, y revisar cada tanto los índices de aprobación de Macri. Mientras nada raro suceda, Gerardo se desplaza hacia un lado y otro del tablero con holgura y soledad. Al menos por ahora la partida la juega Gerardo, sólo Gerardo.

Editorial
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