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¿Qué le pasa?

Durante las últimas semanas, el gobernador Gerardo Morales sorprendió a propios y extraños con apariciones mediáticas explosivas, en las que fustigó una y otra vez a Horacio Rodríguez Larreta y sus aliados del PRO. Metido de lleno en la interna de Juntos por el Cambio, surge una pregunta fundamental en relación a la estrategia confrontativa de Morales: ¿qué busca?.


"Se terminó el esquema de los globitos y el bailecito, la sociedad nos votó en contra y sobre eso hay que reflexionar", disparó el gobernador. "El establishment ya había definido que el próximo presidente tiene que ser Rodríguez Larreta y se vuelve a equivocar, él se siente el jefe de Juntos por el Cambio y al radicalismo no lo van a llevar de las narices", completó.


¿Cuál fue el origen de la grieta interna de Cambiemos? Una declaración de Facundo Manes, candidato a diputado nacional radical que enfrentará a Diego Santilli en la Provincia de Buenos Aires, pidiendo que el dinero de campaña de su contrincante no saliera de los impuestos de la Ciudad gobernada por Larreta. Eso le valió una lluvia de respuesta de todo el sector del PRO, pero Manes no se quedó callado y respondió desmarcándose de los gobiernos de Macri y Vidal: "nunca fui parte de ninguno", señaló. Gerardo Morales decidió salir a respaldar al neurocientífico con vehemencia, olvidándose del manual de buenas prácticas que la coalición dijo que implementaría.


¿Por qué los ataques de Morales a sus ex socios? Primero que nada, es cierto que hay una disputa interna de poder y que el gobernador jujeño siempre se mostró proclive a fortalecer al radicalismo frente al PRO, sin ocultar incluso sus ambiciones de competir por la presidencia. Una victoria de Santilli dejaría parado a Rodríguez Larreta como el gran jefe de la oposición a nivel nacional, relegando a la UCR nuevamente al papel de acompañante y socia minoritaria de Juntos por el Cambio.


Asimismo, no pasa desapercibido lo funcional que resulta el juego de Morales para con el oficalismo a nivel nacional, que se frota las manos ante cada pelea de la oposición. De buena relación con el presidente Alberto Fernández y sobre todo con Sergio Massa, el gobernador sabe que mientras su estrategia de confrontación le sea útil a la Casa Rosada, la buena convivencia se afianzará y su posibilidad de obtener recursos se potenciará.


"Hoy el más albertista de Jujuy parece Gerardo", dicen socarronamente en el rivarolismo, quejándose a la vez de pagar los platos rotos ante el electorado de un juego político que parece más complejo. Sea cierto o no, lo único seguro es que el gobernador pasa mucho tiempo en Buenos Aires, involucrado más que nunca en la rosca nacional y hablando con interlocutores varios.


¿No le interesa la campaña para legisladores nacionales? Sí, pero luego de encargar un último trabajo cuantitativo se convenció de que el votante macrista no tiene otra opción en Jujuy más que votarlo: "enfrente sólo tiene a La Cámpora y la Izquierda", resaltan en su equipo. En línea con eso, su estrategia para la próxima elección será apuntar a acompañar a sus candidatos y tender puentes con lo que él denomina el "peronismo racional". Sabe que en estas elecciones de medio término se juega mucho pensando en su gran obsesión: el 2023.





Editorial
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