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La apatía del clamor

"Operativos clamor eran los de antes", dice con mucho de ironía un experimentado dirigente del peronismo, que se alejó del PJ hace tan sólo unos meses. La frase sirve para ilustrar la escenificación que rodea al diputado Rubén Rivarola, que hace semanas viene amagando con un lanzamiento a gobernador, sin despertar mayor entusiasmo en un eletorado esquivo.


Hace pocos días el PJ capitalino celebró un plenario del que se desprendió, según anuncia El Tribuno, la consigna "Rivarola Gobernador". La realidad no coincide con el relato: lo cierto es que el plenario tuvo muchísimas ausencias de peso -algunas sorpresivas- y terminó generando el efecto inverso al buscado, sembrando más incertidumbre en las filas del PJ.


El cotillón, sin embargo, no será cancelado. Los pasacalles, aggionados a las circunstancias, rezarán "Rivarola Conducción" e inundarán los principales distritos de la Provincia. "¿Sirven todavía estas cosas?", se preguntan en el rivarolismo, mientras cumplen las indicaciones a rajatabla.


Lo cierto es que el hombre fuerte del PJ no logra desperar entusiasmo con su candidatura, probablemente por siete años de buena convivencia con el oficialismo provincial, que desgastaron su imagen como opositor. Pero también por la gran sangría de dirigentes que ha venido sufriendo durante los últimos años, que ha generado que el peronismo luzca partido en cada vez más sectores.


La táctica de apelar al "clamor de las bases" no parece funcionar y muchos son los que comienan a plantearse alternativas de cara a la contienda de mayo. Reina la apatía.




Editorial
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