Entretelones de una visita presidencial
Finalmente Jujuy recibió la visita del presidente Alberto Fernández y fue probablemente en el marco que Gerardo Morales menos anhelaba para que sucediera. El presidente estuvo en La Quiaca, para acompañar al ex presidente boliviano Evo Morales en su regreso triunfal a su país.
Durante las últimas horas, el gobernador, incómodo por la situación, hizo trascender su enojo a través de trascendidos en medios nacionales, que aseguraban que Fernández se había comprometido a reunirse con él y luego terminó cancelando de imprevisto el encuentro. Según pudo saber Política Jujuy, eso no es del todo cierto: si bien desde Gobierno se comunicaron con la Casa Rosada para oficiar de anfitriones, nunca estuvo en agenda del presidente un encuentro con el gobernador.
El desplante a Morales obedece a dos motivos distintos pero ligados: por un lado, el propio Evo Morales acusó hace unos meses al gobernador jujeño de dar soporte al golpe institucional en Bolivia y, por el otro, Milagro Sala lo señala como quien orquestó las causas que la han llevado a la prisión. Un encuentro con Morales hubiera significado una contradicción para Fernández, en un día en el que el objetivo era reivindicar la consigna de una Patria Grande.
Donde si cedió el presidente es en la decisión de no visitar a Sala en su prisión domiciliaria, y lo hizo justamente para no provocar las broncas del gobernador. Sin embargo, fue el propio Evo Morales quien hizo esperar a toda la comitiva en La Quiaca para poder pasar por la capital jujeña y visitar a la líder tupaquera, en un mensaje político inequívoco.
Una vez en la ciudad fronteriza, sobresalieron las varias ausencias del peronismo: casi nadie se acercó a saludar al presidente Fernández. Ni el senador nacional Guillermo Snopek, ni el presidente del PJ, Rubén Rivarola, ni la mayoría de los legisladores del peronismo. La única que sobresalió en la comitiva fue la diputada nacional Carolina Moisés, que buscó capitalizar en soledad la jornada y todo parece indicar que lo hizo.
Hay quienes dicen que las ausencias de la dirigencia peronista en La Quiaca se deben a un desplante a Moisés más que otra cosa y la intención de no legitimar su rol de interlocutora principal con el Gobierno Nacional, un lugar que objetivamente se ha ido ganando con el paso del tiempo. Puede ser cierto, tanto como que el peronismo jujeño luce aún con divisiones internas que parecen insalvables y que se hicieron notar una vez más, sólo que esta vez fue frente a los ojos del presidente de la Nación y ante la mirada de todos.