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El fracaso del Peronismo

Con el cierre de las listas para la Legislatura, la vieja división del Peronismo vio una vez más la luz y todos advirtieron que el oficialismo tenía el camino más despejado que nunca para alzarse con un triunfo. Sin embargo, costaba imaginar un escenario tan malo, en el que en todos y cada uno de los frentes peronistas se vieron caras de decepción y amargura.


En un ensayo de autocrítica, muchos comenzaron a hablar de omnipotencia, ego y microclimas, que presuntamente "confundieron" a varios dirigentes y los llevaron a emprender aventuras personalistas en detrimento de una unidad que hubiera sido más rentable para casi todos. Sin embargo, cabe aquí hacerse una pregunta: ¿los proyectos que encabezaron esos dirigentes encierran algo más que ambiciones personales?


Rivarola se cerró de entrada en su postura: daría sólo 1 ó 2 lugares a quienes quisieran acercarse y concentraría una lista lo más pura posible, con 1 sitio para cada uno de sus únicos aliados actuales: Guillermo Jenefes y Nilson Ortega. Con disputa judicial mediante, el presidente del PJ obtuvo el uso exclusivo de la marca "Frente de Todos" pero ni eso ni todo el aparato partidario lo salvaron de hacer una mala elección, obteniendo poco más del 13% de los votos y con un papelón histórico en San Salvador: ¿qué habrán pensando en la Casa Rosada al ver que el Frente de Todos no llegaba al 9% en la capital provincial?


El consuelo de ser la segunda fuerza política de la provincia pierde toda validez cuando se ve la distancia de casi 30 puntos que alcanzó el Frente Cambia Jujuy. El PJ sólo obtuvo el segundo lugar porque en Jujuy primó un escenario electoral inédito, con 15 fuerzas políticas compitiendo entre sí, que no hizo otra cosa que dejar sin representación legislativa a más del 40% del electorado. La precaria jefatura del PJ que asumió Rivarola luego de la intervención del año 2017 será seguramente puesta en discusión antes de fin de año, cuando vencen los mandatos.


¿Qué puede decirse de los espacios peronistas más cercanos al kirchnerismo? En primer término, que sus dos máximas referentas -Carolina Moisés y Milagro Sala- creyeron erróneamente que contarían con el respaldo de la Casa Rosada. En un escenario desfavorable, procurando evitar un conflicto con el gobernador Gerardo Morales y con una gran tibieza escondida, el Gobierno Nacional jugó de manera prescindente y zigzagueante: una foto de Alberto Fernández con Palmieri y Cejas, otra foto de Moisés con Máximo Kirchner y Massa.


¿Y si hubieran hecho una lista de unidad entre los dos espacios? Aunque es un ejercicio contrafáctico, todo hace pensar que hubieran ingresado a la Legislatura al menos 4 diputados, disputándole al PJ oficial el segundo lugar. ¿Nadie lo pensó? ¿Se trató solamente de diferencias por quién era la cabeza de la lista? ¿Nación jugó realmente a un armado paralelo o se trató de ensayos de funcionarios menores? Muchas preguntas que quedan en el aire y que los referentes deberían esclarecer, en lugar de sobreactuar autocríticas a través de los medios y Redes Sociales.


El tibio llamado a la unidad que Rivarola ensayó desde El Tribuno, o el diagnóstico de "terapia intensiva" que Moisés le espetó al Peronismo, no son más que puestas en escena si no son acompañados de gestos reales fuera de las cámaras. Posiblemente, esa gestualidad implique que den un paso al costado y prescindan de sus ambiciones personales al menos por un tiempo. Seguramente también, el Gobierno Nacional deberá dejar de jugar a las escondidas y buscar ordenar la situación de los dirigentes provinciales que dicen representarlo. De lo contrario, el Peronismo tropezará una vez más con la misma piedra y será conducido nuevamente al fracaso.






Editorial
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