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Últimas semanas de un año intenso

Por estos momentos transcurren las últimas horas de Mauricio Macri como presidente de la Nación y Alberto Fernández se prepara para recibir el bastón de mando y la banda presidencial. En Jujuy no habrá transferencia de poder: Gerardo Morales y Carlos Haquim ganaron su reelección hace ya casi medio año.


¿Qué puede esperarse para el futuro? La principal incógnita es la relación que pueda entablar Gerardo Morales con la Casa Rosada, luego de un periodo de 4 años en donde, gracias a su alianza con Macri, pudo hacer y deshacer a su antojo. Los primeros augurios de esa relación no resultan muy alentadores: Alberto Fernández y Cristina Kirchner consideran que Jujuy fue el gran laboratorio de ensayo de las políticas macristas y no perdonan la prisión de Milagro Sala.


Morales ha tratado públicamente de tender puentes con el futuro gobierno y ya confirmó su asistencia para la ceremonia de traspaso de mando. El gobernador apunta a convivir lo mejor que pueda con los Fernández y evitar los conflictos, aunque llegado el caso no descarta erigirse como una de las voces contestatarias de la oposición. En su estrategia pesarán mucho sus ambiciones para después del 2023: aunque todavía falta mucho, Morales quiere hacerse con el control de la UCR Nacional y desde allí tejer un proyecto presidencial que lo tenga a él como protagonista.


En cuanto a lo provincial, en la vereda de enfrente le tocará un peronismo mucho más fuerte que hace cuatro años, aunque igual de dividido que siempre. Las múltiples vertientes responden a las ambiciones de muchos dirigentes justicialistas de suceder a Morales, aunque hay una marcada división entre quienes plantean una oposición dialoguista y una más combativa. Entre los primeros, se destaca el rivarolismo y el sector de Julio Ferreyra, que vienen jugando en tándem; entre los segundos reina todavía el desorden y la falta de un dirigente que pueda unificar las voluntades.


A propósito de ello, habrá que prestar mucha atención a la asignación de los cargos nacionales en Jujuy: posiblemente allí se pueda deducir qué actores políticos locales tienen mejor diálogo con Alberto Fernández y su círculo. Hasta ahora, reina el hermetismo al respecto y sólo flotan rumores y operaciones que pronto quedan en evidencia.


En tiempos de crisis, la interlocución con la Nación cobra una importancia extra, sobre todo para una provincia como Jujuy que necesita de la asistencia permanente del gobierno central. Por eso mismo, tampoco hay que perder de vista los buenos vínculos de Carlos Haquim con el sector de Sergio Massa, destinado a ser uno de los hombres fuertes del gobierno. El actual vicegobernador evitó las peleas nacionales y se concentró en incrementar el poder legislativo de Primero Jujuy.


La Legislatura será claramente el lugar donde se medirán constantemente las fuerzas entre oficialismo y oposición. El radicalismo viene de un gran tropezón con el fallido impulso de los juicios políticos y apelará más que nunca a los sectores dialoguistas del peronismo, que hace pocas semanas tuvieron la visita de José Luis Gioja para aunar posiciones. El justicialismo pierde quizás a su mejor orador con la ida de Javier Hinojo, aunque incrementa su número sustancialmente e incorpora dos legisladoras de la juventud: Leila Chaher –de La Cámpora- y Fátima Tissera –del Movimiento Evita-. Difícil será la tarea de Pedro Belizán, conduciendo un bloque más que heterogéneo.


Así transcurren las últimas semanas de un año intenso, en el que allá lejos quedó la elección en la que Gerardo Morales revalidó su mandato. Mucho pasó desde entonces y seguramente el 2020 que se avecina traiga mucha tela para cortar.

Editorial
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