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Gerardo y una semana a pura rosca

El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, no se ha quedado quieto durante los últimos días, luego de semanas muy difíciles que incluyeron la tragedia en el Ingenio La Esperanza.


De paso por Buenos Aires, el gobernador aprovechó para tirarle públicamente algunos "centros" al presidente electo, Alberto Fernández. En su exposición en la Unión Industrial Argentina, Morales expresó que le gustaría hablar con Fernández para "tirarle 20 propuestas para trabajar juntos".


En tono conciliador, el mandatario jujeño elogió la idea de consenso que expresa el presidente electo y la comparó con los postulados que expresara Raúl Alfonsín en 2002, en medio de la crisis económica. Sin embargo, también buscó mostrar los dientes y advertirle a Fernández que las condiciones de la minería no deberían modificarse, manteniéndose las ventajosas condiciones que el gobierno de Cambiemos generó para las mineras.


Su visita por la Capital incluyó, por supuesto, varias reuniones con correligionarios del Radicalismo nacional. Allí aprovechó para hacer las paces con el mendocino Alfredo Cornejo, con quien había mantenido una dura discusión hace pocas semanas. Es que luego de la derrota de Cambiemos, la UCR está claramente dividida en dos grandes sectores: uno que busca independizarse poco a poco de la figura de Macri - liderado por Cornejo, Lousteau, la UCR porteña y varios intendentes- y otro que quiere mantener Cambiemos a toda costa, entre los que están Mario Negri, Ernesto Sanz, Luis Naidenoff y el propio Morales.


Esa rosca estuvo muy agitada, ya que por momentos pareció que el Radicalismo terminaría partiéndose en ambas Cámaras del Congreso. La sangre no llegó al río, en parte por la intervención del inoxidable Enrique Nosiglia, en parte porque varios resignaron momentáneamente sus ambiciones. Allí se encuentra Morales, quien deberá ver cómo la estructura partidaria de la UCR nacional, su nueva obsesión, seguirá en manos de Cornejo.


El gobernador jujeño retornará a la provincia, donde su principal obsesión es generar acuerdos con sectores de la oposición para alivianar el proceso legislativo. Morales sabe que los tiempos son difíciles y que requerirá de consensos para gobernar.


En la Legislatura, el golpe que le propinó el Bloque Peronista al votar en contra de los juicios políticos lo hizo reflexionar. Sabe que la exposición de los legisladores más conocidos es grande y por eso apuntará su poder persuasivo a los diputados de Julio Ferreyra, novatos y sin gran exposición mediática. El veterano dirigente ya ha dado muestras de gran pragmatismo político más de una vez.


Así, con los ojos puestos a la vez en la Casa Rosada, la UCR Nacional y la Legislatura local, se cierra una semana a pura rosca para el gobernador, que todavía no ha terminado su primer mandato. En pocos días más, comenzará su segundo periodo al mando del Ejecutivo local, probablemente con algunos cambios en el gabinete, un presupuesto bastante más acotado y con un peronismo que empieza a oler sangre. Seguramente, lo mejor está por venir.


Editorial
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