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Política, Ideología y Justicia

La cosa no empezó ahora, eso está claro. Pero seguramente sea uno de esos momentos en los que nadie sabe cómo pararla. Mientras unos acusan y otros se defienden –y viceversa- surge una pregunta: ¿la judicialización de la política llegó para quedarse?


Luego de idas y venidas, el caso de Milagro Sala transitaba un periodo de relativa tranquilidad, con el otorgamiento de la prisión domiciliaria a la líder tupaquera. Las aguas, en ese sentido, comenzaban a calmarse y Jujuy dejaba por unos momentos de estar en boca de todos.

Sin embargo, la relación entre la denuncia, la cobertura mediática y el accionar de la Justicia empezó a acrecentarse, en casi todas las áreas, y casi todos los días. De a poco, como para no llamar la atención de aquellos que no siguen el día a día de la política local.


Y así fue que en 2017 un sector del PJ logró la intervención del Partido, luego de hacer el correspondiente lobby en Buenos Aires, y consiguió sacarlo del dominio del vicegobernador Haquim, para nombrar un interventor “amigable” como Celso Jaque. Todos los disidentes se unieron por aquel entonces, aunque todos fueron por separado en las PASO, llegándose al inédito número de 6 Listas compitiendo entre sí.


Luego, a mediados de ese año, llegó una amenaza con sabor a real: se libraría orden de detención contra el ex gobernador Eduardo Fellner. Éste, ante el rumor cada vez más extendido, realizó una entrevista en la que dejó bien en claro que él estaba retirado, que no sería candidato y que confiaba en “los códigos de la política”. La detención no se produjo por un tema de competencia del juez, y todo pareció quedar ahí.


El 2018 comenzó con un conflicto dentro del nuevo PJ por la no asunción de Rolando Ficoseco como diputado provincial. Aún hoy el sector de Rivarola y el de Jenefes se disputan el lugar, no pudiendo resolver el entuerto políticamente, sino buscando en la normativa y la denuncia los argumentos de peso. Mientras tanto, otros peronistas se dedicaron a darle de probar al Gobierno un poco de su propia medicina y comenzaron con las denuncias, destacándose en ello Alejandra Cejas, con mucho ruido en las Redes Sociales.


Llegó abril y con él, la gran bomba del año: orden de detención para Eduardo Fellner. Se anunció primero en los Medios y se lo fue a buscar a su domicilio, cuando el ex gobernador se encontraba en Buenos Aires. El juez Isidoro Cruz anunció al otro día que ya estaba detenido, luego hizo un raid mediático con entrevistas en Medios Nacionales y desconoció el paradero de Fellner, así como varios considerandos de su fallo.


Allí vino la presión de todos los sectores opositores a nivel provincial, pero también de una gran parte de la dirigencia nacional justicialista, todavía golpeada por la reciente intervención del PJ Nacional. Personajes tan disímiles como Pichetto, Gioja, Urtubey, Peppo y Uñac se unieron en el rechazo a la detención del ex gobernador.

A los dos días, y luego de un proceso de declaración indagatoria extrañísimo –por llamar a de alguna manera-, el mismo juez Cruz ordenó la liberación de Fellner. Parecía un chiste pero no lo era.


Paralelamente, ese mismo día se libraba una orden de detención para varias personas que habían participado de la movilización en contra de Gerardo Morales el día del inicio de sesiones de la Legislatura. Recién hoy fueron liberados todos.


Sin embargo, el tema del momento ahora es la situación del ministro de Turismo y Cultura, Federico Posadas, luego de que el Programa “El Destape” expusiera sospechosos intercambios de mails entre funcionarios suyos y directivos de una empresa de Comunicación. El ministro dijo que todo es transparente y pidió la intervención de la Oficina Anticorrupción, aunque Morales parece haberse querido despegar tempranamente de todo el escándalo.


Y entonces, ¿cómo llegamos hasta aquí? A este momento en el que cuando uno prende el televisor, abre un portal de internet o escucha la radio y se habla siempre de lo mismo: denuncias, escraches, detenidos, liberados. Casi como un círculo vicioso, y siempre con los Medios como principal hilo conductor.


Lo que antes se resolvía con política o con gestión, hoy parece quedar reducido a la esfera de una frase de ocasión, un posteo en Redes Sociales y denuncias en los Medios. Quizás porque la mayoría de los proyectos tienen que ver con lo personal, y lo único que importa es llegar, no importa tanto el cómo.


Y así todo parece vacío, ideológicamente muerto. Porque llegan los que no saben para qué llegan, y pugnan por llegar los que tampoco lo saben. ¿Política? ¿Ideología? ¡Para qué! Si con la Justicia y haciendo un poquito de ruido, por ahora basta y sobra.


Editorial
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